“En la antigüedad, cuando alguien tenía un
secreto que no podía compartir con nadie, subía a una montaña y buscaba
un árbol. Cuando lo encontraba, tallaba un hueco en el tronco del árbol y
vertía su secreto dentro del hueco. Luego tapaba el hueco con barro y
se iba. Así, su secreto estaría escondido para siempre”.